Altur ha sido la primera entidad en comenzar el proceso de realización de la Auditoría Social de Reas País Valencià. Por este motivo queremos trasladar parte de su historia y motivaciones, interesante lectura que te invitamos a disfrutar:
Allá por el verano de 1993 tres amigos que compartían la afición por la escalada y una situación laboral precaria, pensaron en la posibilidad de ganarse la vida “con las cuerdas”. En diciembre de aquel año se constituyó la empresa, siendo una de las pioneras en trabajos verticales. Aprendieron a adaptar las técnicas y los equipos deportivos al mundo laboral y adquirieron la suficiente experiencia para defenderse en todas las aplicaciones posibles que iban surgiendo (albañilería, pintura, soldadura, fontanería, montajes de conductos, impermeabilizaciones, aislamientos,…).
Trabajando por delante de las normativas en cuanto a la prevención de riesgos laborales por no tener la actividad una regulación legal. Hoy, su origen relacionado con el mundo de la escalada y su trabajo con seguridad ante el riesgo de la altura, les dota de un carácter especial que se podría definir como “orgullo verticalero”.

A los cinco años, Altur era una reconocida empresa consolidada en el mercado. Ganaban suficiente para cubrir unos sueldos dignos e implantaron un sistema equitativo de reparto de beneficios, en el que el resto se reinvertía. Quisieron avanzar hacia un modelo de autogestión buscando la implicación de los trabajadores no socios en la empresa, pero todavía faltaba cultura cooperativa. No era el momento. Además, el entorno de influencia era demasiado desfavorable a la puesta en práctica de valores como el respeto al medio ambiente y la responsabilidad social en general. Aunque se mantenían firmes en cuestiones como el no afán de lucro de los socios, el no escatimar recursos en seguridad laboral y el respetar al 100% los derechos de los trabajadores no socios, aún no tenían suficiente determinación para dedicar recursos a reducir la huella ecológica, a luchar contra la especulación de comisionistas, a la participación en redes de transformación social, etc.
Al cabo de 15 años, aunque ganaron en prestigio y reconocimiento como marca de referencia en la provincia de Alicante, el espíritu revolucionario se estaba muriendo, las resistencias contra el motor idealista del proyecto eran poderosas. Todo indicaba que estaba venciendo la inercia del conformismo y del convencionalismo mercantil. Llega un momento en la vida de toda organización en que cuando no se rema en la misma dirección, se agota la paciencia y todo salta por los aires. Los errores se repiten, los defectos se enquistan, los conservadores triunfan y el cambio es imposible, la evolución es imposible, la maduración se interrumpe y es inevitable que se produzca una explosión. Esto no es malo, es la montaña que obstaculiza el paso del agua. Mientras el río tenga vida crecerá y crecerá hasta que ineludiblemente haga reventar la montaña.
“Señores trabajadores empleados, ha llegado la crisis. Podríamos despedirles a precio de saldo (gracias a nuestro gobierno que nos lo pone cada vez más fácil) o pueden ustedes hacerse responsables de su situación laboral, aquí van a tener la oportunidad. Esa oportunidad va unida al compromiso de asumir los valores y principios revolucionarios del cambio de paradigma de una nueva economía solidaria y sostenible o dicho de otra forma: trabajar no solo para ganar dinero sino para mejorar como personas, como organización y como sociedad. Un poco más resumido y en palabras más comprensibles: ¿desean ustedes participar en un proyecto laboral colectivo que anteponga el interés general al individual?”.
Por segunda vez en la historia de ALTUR las bocas dijeron sí y los hechos manifestaron NO. La ingenuidad del idealismo provoca muchas veces ceguera ante la evidencia y decisiones temerarias, pero es también una oportunidad para arriesgarse y romper la baraja trucada con la que nos han enseñado a jugar en el modelo de sociedad predominante. Y así, bruscamente, el camino se bifurcó y hubo que optar por enterrar el espíritu original de ALTUR o revelarse y empezar de nuevo otra vez desde cero. En ese momento apareció el refuerzo y la energía necesaria para salirse del camino establecido, haciendo posible el renacimiento del proyecto y tratando de asentarlo esta vez en firmes pilares. Y así fue como se fundó la cooperativa de trabajo asociado sin ánimo de lucro PROYECTOS SOSTENIBLES S.COOP.V. con la intención de desarrollar la nueva ALTUR en primer lugar y reproducir en el futuro el modelo con otros proyectos paralelos retroalimentados entre sí. Hoy año y medio después son 7 socios cooperativistas y varios colaboradores.
Aquí el extracto literal de sus estatutos: “Proporcionar trabajo a sus socios en las mejores condiciones posibles y respetando los 6 principios de la carta solidaria de REAS (red de redes de la economía alternativa y solidaria) y los 7 principios cooperativos de la ACI (alianza cooperativa internacional) Para ello realizará las siguientes actividades: trabajos consistentes en servicios a empresas, colectivos y particulares, y especialmente trabajos en altura para mantenimientos, instalaciones y reparaciones diversas en edificios e infraestructuras industriales o civiles de todo tipo, incluso formación y venta de equipos de trabajo.”
Su visión: Una sociedad responsable, una economía sostenible y un medioambiente saludable.
Seguro que a más de uno le resuena esta historia como si fuera propia. Altur es un ejemplo de resiliencia del carácter revolucionario que puede llegar a tener una organización. Es el ejemplo del que aprender. Porque de eso se trata, de apoyarnos y aprender las unas de las otras.